Tras veinte días de confinamiento deplorable, demoledor, lloroso y depresivo, por fín véo mis dos piés; milagrosa y torpemente compruebo que aunque féo y dolorido (el izquierdo) es capaz de llegar al suelo; con la alegría del momento decido ser misericordiosa en el futuro y visitar a los enfermos y dolientes -tengo mala cabeza- y apuntarme a alguna organización benefactora que tendré que seleccionar esmeradamente para no dármelas de marquesa benefactora.
Tenía mi cabeza enloquecida de tánta lectura mezclada y batida (a lo don Quijote), llena de nombres y situaciones sin sentido ni hilazón, la radio repitiendo nombres de futbolistas, contratos,gripe a, políticos..y ¡la tele¡...¡Dios , la tele¡ personajes ordinarios gritándose, ofendiéndose, contándose intimidades, conversaciones privadísimas, aplaudiendo los tópicos tipo: "es el padre de mi hija" arrastrando un arrabalero ¿ sabeeees?,o "por mi hija mato"-en España está prohibido-con expresión de puta vieja; confesiones sobre la profesionalidad avasallada del periodista del corazón, sobre sus fuentes("que no puedo nombrar"),escenas llorosas en que el jefecillo de turno paladéa goloso su audiencia. Películas aburridas e interrumpidas constantemente por "consejos publicitarios" llenos de elegres muchachadas bailantes, jovencitos de gracia mas bién dudosa, señoras estreñidas o meonas( siempre son ellas las que tienen almorranas o se hacen pis) y cancioncillas pegadizas y mentirosas (donde caben dos no caben tres).
De la tele, lo que mas me ha gustado es la magia de la teletienda: hay un culo que se mueve a gran velocidad rodeado de una cincha. Me hipnotiza y horroriza al mismo tiempo al pensar lo que ocurriría con el mío en semejante situación. Lo mismo que el blandiblu...quizá desmontado, que una cosa sin mucho armazón y con semejante violencia...(la cincha está conectada a algo y se mueve a gran velocidad de un lado a otro), hay también unos aparatos que con diéz minutos al día te musculan, mientras lees o ves la tele, y te hacen muy feliz; una crema que te devuelve una textura y tonalidad a tu piel que nunca has tenido, un cocinero con unos cuchillos y otras veces con unos tuper que llena de tornillos -según le da- y pone boca abajo, unos colchones que te duermen mientra los acaricias con el dorso de la mano (eso hace ella), una prenda entre camiseta y sujetador sin la que no se puede vivir ni ser atractiva(tiene aspecto de elemento ortopédico), un taladro dosenuno -éste aún no se mas que eso : que no te tienes que bajar de la escalera a por otro, pero en culquier caso, el muchacho es muy convincente...
Hoy, sin mas motivo que mi pierna libre, todo parece colocarse en su sitio, pero aún así, créo que ni leeré, ni veré la tele ni oiré la radio durante un tiempo, por si acaso...
Sigo acordándome de Don Quijote.
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