Tendría que haberlo sabido antes: es mas autor de un libro quién lo lee que quién lo escribe.
Contigo evité páginas por dónde ahora se abre, páginas que tu adherías a la siguiente o a la anterior ante mi ceguera amatoria; así, fueron pasando los días.
El libro, abandonado en la mesilla, tan leido -decía yo-, tan sin sorpresas...
Sin querer, se ha abierto por mal sitio, y, si te reléo, lo hago cargada de rencores, ruidos, grillos...
No tengo el corazón de la inocencia; me retiene apresada la ternura. Se duele de ti.
Como autora de tu libro fuí una gran creadora: confieso mi culpa.
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