martes, 29 de septiembre de 2009

Crisis - pareja- geisha

Nunca he sido muy geisha: ahora quiero ser samurai y eso se nota, raspo por dentro porque la falta de costumbre me tiene alterada y en parte me oscurece el pensamiento que se muestra contrario a cualquier guión u orden.
El "otro" sigue atento al fútbol e ignora con sabiduría masculina mi actitud poco amistosa.
Si pudiera recibir el don de la resignación me envolvería con él, me lo comería y lo digeriría hasta que toda yo fuese santa; en este caso no me podrían llevar los demonios como está ocurriendo.
Hay expertas que aconsejan como solución práctica unos parchecitos de hormonas que siempre actúan amnesiando inquietudes con subidones libidinosos y dicen que los demonios que te llevan entonces son mas gozosos.
No soy santa y el ejercicio de tal práctica (santidad impuesta)me está llevando por mal camino.
Como toda practicante de esta religión (la muy femenina autocompasión) , me estoy llenando de arrugas nada favorecedoras,mi expresión es "apretá", mi humor difícil y cuando quiero ser maledicente, lo envuelvo todo de rebozados sofismas y palabras suaves que , sin embargo,puedan ser entendidas en toda su maldad.
Dado mi nulo entrenamiento en este nuevo papel,los gestos de cariño los hago torpes temiendo una mala interpretación y sin embargo, como aún no soy mas que aprendiza de samurai, me tiran, me siguen tirando.
Siglos de evas me acosan,me miran desde el pasado -y lo que es peor: el presente-conocedoras de su fuerza ancestral; las uso para justificar lo injustificable porque la vida corre, en realidad se desliza con el día a día acomodado.
Yo me dejo ir en medio de la tragicomedia y la insensatez.
Ahora pongo la tele, ahora cuido el jardín, ahora leo...ahora te odio.
Así no hay manera.
Ordenar, hacer una colada vital profunda con su buen aclarado y una enmienda severa requieren un esfuerzo extremo.
Mañana me pongo.

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