Se hace pronto de día.La niña trabaja y salgo sóla a caminar. Barrio Chino, jardincito tentador lleno de venerables(?) en diversas actitudes;una anciana da patadas y brazadas al aire como si quisiera desprenderse de sus extremidades: se esfuerza sin conseguirlo. Otros juegan a las damas con sus caras perversas o se sientan en paralelo, a distancia conveniente, y dan esos grititos guturales y cortantes que sin duda deben ser un método básico de comunicación. Su inexpresividad gestual- exceptuando su aviesa mirada oblícua-me hace pensar en los marrajos...de todas formas, y no sabiendo dónde estoy, me siento en un banco junto a cuatro ancianas-no pierden la mirada aviesa con la edad-e intento preguntarles.
Tres, o son sordas o se lo hacen o son poseedoras del misterio oriental. Ni siquiera me miran; la cuarta-quizá tarada- me asegura que habla inglés, pero no sólo no responde a mi pregunta(cómo se llama ésta plaza)sino que continúa hablando-gritos culturales-con el grupo de las "misteriosas"ignorándome alevosamente.
Bueno, continúo sacando conclusiones absorta en mi guía y paséo hasta la zona de los juzgados, la Corte megaloneoclásica decimonónica, abogados, guardas que saludan sin ton ni son(a mi), otra vez chinos (éstos con ramos de novia de plástico y cámaras de fotos),gente endomingada y parquecito con bancos:me siento.Miro a mis vecinos dedicarse al trabajo de estar y me sumo.La temperatura es agradable, el sitio verde...el ruido de aire acondicionado que se suspende por toda la ciudad me aleja del paraiso.
Y continúo, continúo dispuesta a no pregunta y miro concienzudamente mi guía, concentrada ,la giro, con el ceño fruncido por la concentración y...¡fíjate¡ hombre de diseño y mediana edad, casi seguro arquitecto,se ofrece a ayudarme.Sorpresa: les habrá llegado aquí lo de que la arruga es bella? será que esta luz me favorece? estaré refloreciendo?
Con desconocidos no hablo, así que le aseguro que no necesito ayuda .Automáticamente me arrepiento, mas, cuando me entero-por otro voluntario de menos diseño- que voy en dirección contraria.
La calle está llena de almacenes de cocina, ¡cómo no¡, entro y me provocan desde los estantes multitud de objetos de incierta utilidad. Dada la perfección de mi inglés sólo consigo entenderme a duras penas con un vendedor chino
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