Bajo en el sitio correcto y me encuentro ante un hormiguero gigantesco con caminos en todas direcciones y gente a la carrera; creo que van sin ton ni son. Ésto no me gusta .¡Quién sale de aquí¡. Yo. Por pies. Descubro con satisfacción que andando errática, como ellos,lo consigues; a pesar de que diluvia, noto el alivio de la calle, del cielo abierto (no mucho porque los edificios no respetan mas que una franja).
Llamo a mi guía, ¡qué mona mi guía¡ y resulta que estoy al pié del Crysler(mi difícil objetivo); viene a buscarme mientras observo con satisfacción los suelos, paredes y techos de piedras semipreciosas que yo encuentro preciosas;los trajeados porteros y el superintendente(lo menos) alto y señorial y, bajo su mirada, paso a la zona que los turistas tienen prohibida.
Siguiendo con mi torpeza proverbial, la tarjetita-permiso que porto, no obedece, pero consigo entrar.Ah, ¡los ascensores¡ decó decó en su perfección extrema, palmeras marqueteadas de maderas nobles, en su punto de belleza exacta , de ligera severidad cromática, con el tiempo a su favor... y, para mi disgusto, subimos decenas de pisos en un segundo.
Me quedaría aquí, abriendo y cerrando puertas -todos son distintos- pero no me dejan (mi guía se sigue manifestando autoritaria y ordenada), así que de nuevo estoy ante un espectáculo difícil de asimilar: todo parece de mentira o de película, las minúsculas personas, los cochecitos- como de maqueta- moviéndose, las callecitas...todo a vista de pájaro revuelve mis mas bajos instintos, tiraría con gusto una maceta por ver los efectos. No hay macetas y ,sometida al planning-insisto en que yo me quedaría subiendo y bajando en los ascensores-corro hacia el Lincoln, al ballet.
Llegamos a la gran explanada bajo un diluvio de agua y granizo; vamos derrapando por la enorme superficie y termino salvándome de la segura caída quitándome los zapatos. Mi inflexible guía no me deja retroceder ni guarecerme.Dios se vengará mas tarde tiñéndole los pies de rojo-sandalia bastante imperecedero.
Diluvia, graniza; da igual, al entrar :zarpazo de frío.
Sitio estupendo del que nos levantamos una y otra vez para dejar paso a lisiados y tullidos venerables y pelmas (ésta plana parece la de trauma de un geriátrico acomodado). A sus "excuseme" y sonrisa amable respondo con un gruñido fácil de comprender en cualquier idioma y mas si se acompaña de gesto harto.
Mi comportamiento es corregido varias veces por mi guía que es mas joven y amable y quizá tiene menos hambre.
Se llena completamente -como todo- , sólo que aquí no hay oscuros ni chinos-chinos (medio oriental , alguno) y comienza el desconcertarte espectáculo.
Yo iba al ballet, y si, hay ballet,pero la confusión sobre su definición es completa: los dioses se mezclan con los humanos (siempre lo han hecho y lo acepto), los humanos son estilizacines infantiles o para comic de campesinos rococó, de jeques-marahás, hay unos ratoncillos encantadores que gozan del favor del público y muchas apoteosis.
Ella, magnífica,en su seguridad, arranca grandes aplausos del público cada vez que se le pone .Hace mohines y desplantes, y, ala, retumbando el Lincoln. Baila exquisitamente,pero en ocasiones parece Norma Duval bajando la escalera con lo de "agradecidos...o quizá perteneciente a un musical o a un Booywood americano.
En esas apoteosis repetidas, todo el cuerpo de baile (incontables)repite un número, cada cuál con su disfraz: dioses, campesinos, ratones, bailarinas clásicas, eunucos...a mi me crean confusión, al público general, admiración y entusiasmo.
Miro la orquesta para distraerme pero...¿qué hacen los graves a la derecha?...¿será zurdo el director?
En medio del estupor sigo teniendo hambre, así que en el descanso,salimos para intentar comer algo grasiento que nos alivie el frío- para éste momento ya llevamos puesto encima todo lo que encontramos, incluido un vestidito a modo de bufanda, un jersey con capucha, mi tobillera y ...¡oh¡ ellas, las gacelas Central Park- intuyo- diosas encaramadas sobre sus enormes tacones de cristal en sandalias imposibles,suspendidas en el aire en sus vestidos de seda escuetos, uñas, peinado, maquillaje...todo perfecto; y yo con estos pelos.... mmm... ¡ no¡, sus vestidos pretenden perforar con sus grandes pechos el tejido: ¡tienen frío¡ ¡no son diosas¡
Tarde, cansada, perpleja mojada: así llego a casa.
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