sábado, 9 de octubre de 2010
Llueve
Va el otoño adueñándose de la luz, del tiempo, del campo...los días se adormecen, se acortan tanto que parecen no querer moverse, y llueve. Llueve mansamente.
Incapaz de concentrarme, levanto la mirada del libro y la dejo resbalar en la distancia.
Suena el rumor del agua cayendo sobre las grandes hojas de las palmeras y se hacen sobre ellas pequeños caños de agua transparente que van deslizándose suavemente y terminan en la tierra.Brillan las hiedras, reverdece la grama, florecen de nuevo los geranios, las aves del paraíso se iluminan de naranjas y azules...
Huele a campo agradecido.El horizonte se desdibuja y cada color se empaña en grises de sofisticada elaboración. Se funde el cielo con el mar, el campo con el cielo, el cielo con el cielo...
Me envuelve ése fluir estático,ése tintineo metálico en las farolas,ése sonido monótono y persuasivo, y me abandono como en tiempos de letanía latina o mantra iluminado tibetano y así caigo en una inactividad de diletante o vaga letárgica y otoñal.
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