Escucho con atención quejarse a todo el mundo de todo el mundo, por una razón u otra nadie parece satisfecho con su vida y parándose a pensar todo es complicado ; desde elegir la ropa por las mañanas hasta encontrar la palabra, el gesto y el momento adecuados para cada cosa.
Todos convencidos de forma literaria de que debemos ser felices, equilibrados, razonables, lógicos, que los buenos ganan, que todos somos iguales, que la justicia existe..
La realidad -tan franca- no nos convence de otra cosa, y así, perdemos tiempo y energía en la rebeldía, la amargura o el enfado.
En éste "yoismo,"debemos ser nosotros mismos hasta la extenuación y, carentes de un papel definido (esposa, madre,mujer, hombre, cabeza de familia, empleado, hijo...) porque todos están sometidos a la duda, carentes de religión que nos asista, de creencias firmes, de verdades completas, navegamos río abajo desordenadamente en el imperio de los derechos y el individualismo de la razón. Los sentimientos se ocultan, no son de fiar; la razón nos confunde.
Hay quién se dedica furiosamente a la actividad, quién renuncia a ella, quién se queja constantemente de ella, quién se oculta en ella y en la mayoría de los casos parece como si la realidad ajena fuese mas justa.
Sujetos involuntarios de la trascendencia, sin guía, humillados por nuestra fealdad y la de otros, nos perdemos en "ésta libertad" que desorienta.
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