Voy saliendo de el indefinible estado que me ha amodorrado en los últimos días.
Se trata seguramente de un resfriado, sí, un resfriado que me ha llenado la cabeza y todos sus huecos de algo semejante al blandiblú.
Cuando inclinaba la cabeza, el monstruo pringoso e invasor se acomodaba en los recovecos y producía palpitaciones. Se mezclaba con mis pensamientos, me achinaba los ojos, convertía mi voz en la de un fornido travestón o en la de una muda voluntariosa, impedía que durmiese, producía sonidos de todo tipo en mis pulmones...
Ahora me quedan restos adheridos a los oídos, a la garganta y al espíritu. Alelada, acompañada de la manta eléctrica, sin atreverme a salir al jardín a quitar los tréboles que lo invaden o a pasear bajo el magnífico sol de febrero y ¡en fin de semana¡
1 comentario:
Conmigo hicieron que no quisiera estar nada más que en la casa... abrazado al sofa...
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