Me he puesto, de manera totalmente involuntaria ,dos boqueras que me decoran a modo de chorreones de chocolate infantil y provienen de mis pasionales tomas de contacto con la realidad.
La realidad es muy suya y yo muy mía, y no cambiamos.
El viernes acudí al ante último claustro y a pesar de los vividos, todavía me sigue desconcertando el género humano. Conocí en el pasado la figura del chivato; el chivato era un ser indigno que buscaba la aprobación del superior contando cosas que no debía. El chivato se escondía, avergonzado, de sus iguales y cuando éstos lo descubrían era difícil que no se "enterase".
Yo venía observando que algunos de mis compañeros practicaban ésa miserable afición y corrían a chismorrear al jefe de estudios cualquier falta de un compañero, les afeaba su conducta si sacaban el tema y pasaba a otra cosa. El vierne no pudé pasar, el viernes, la falta encontrada en documento escrito (email olvidado),que enarbolaba una profesora dirigiéndose a jefatura con ánimo de justiciera que ha encontrado "la prueba"y va a su triunfal entrega, me ha hecho levantarme, indignarme, afear...La correveidile se ha envuelto en sus razones a gritos...
Nosotros somos los encargados de "educar en valores". Me avergüenzo de estar en el grupo y tengo boqueras.
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