De los programas que me hipnotizan por distintas causas, hay uno especialmente vergonzoso si consideramos que puedo ser llamada "culta": el diario.
Aparece una señorita de pié, delgada, no especialmente guapa y que asegura no llamarse Patricia cuando sus "visitantes" se dirigen a ella de ésta manera.
Los visitantes entran en escena de uno en uno, y, a sus preguntas, todas muy íntimas, contestan con firmeza mientras otro personaje -el aludido- muestra entre bambalinas su desacuerdo.
Pasados unos minutos de tiroteo inquisidor, pasan al sujeto oyente al plató para que hable.
Sin duda para dar emoción al asunto, paran cada poco y No-Patricia, dice así:
¿tienes que decir a tu novia que la dejes? llama al.....
¿tu hijo no es de él y quieres que se entere? llama al....
¿quieres que tu mujer sepa que no la quieres? llama al...
¿no pudes soportar a tu madre y la vas a echar?llama al...
Se ve que llaman y van, yo los veo asombrada de su capacidad de síntesis y la claridad de sus sentimientos. En sus vidas no hay claroscuros; si quieren, quieren, si se odian: se odian,y en cualquier caso resuelven estupendamente sus conflictos históricos en segundos delante de las cámaras y adornados con sus mejores galas .Eso si: lloran mucho y no usan bien los tiempos verbales.
Creo que han descubierto un nuevo género; hacen una novela a modo de haiku que de momento carece del reconocimiento de la Academia que de todos es sabido es muy reaccionaria. Yo los veo un poco avergonzada y estudiando el género humano con curiosidad de voyeur.
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