Fui en otros tiempos profesora seria y circunspecta, consciente de mi responsabilidad, me dedicaba con empeño al conocimiento. Mis alumnos eran cerebros que yo debía potenciar; creo que lo hacía.
Ahora, ellos se dedican a reeducarme, parapetados en esas siglas, me llaman niña chica si me enfado, gritan y se pegan mientras explico, se magrean en cualquier estación, se aconsejan sobre sus actividades sexuales ("chúpamela perra ,que te gusta"o" me vas a tocar las tetas"? -mientras las moviliza su propietaria que las suele posar blandamente sobre la mesa de dibujo casi destapadas y enormes, y el le mete un dedo por el canalillo, "¡ahora te como"¡ me dice alguno mas descarado a modo de halago...¡vivan las pilules¡, canturrean varios...
Yo, sin saber por dónde tirar, pongo"apercibimientos" a montones, previamente les hago copiar textos como: no debo llamar puta a Desiré (Desiré no cobra), no debo clavar el compás a Brandon(Brandon se lo merece)y otros eufemísticos como "no debo satisfacer mis impulsos mientras miro a Laura"(dónde debía decir: no debo meneármela)y hasta "no debo llevar el escupitajo que ha tirado Adrián sobre mi dibujo a la mesa de la profesora".Cien veces.
Cómo estoy perdiendo el norte, cuándo me traen las copias, hago como que las cuento y les digo: has copiado ochenta y dos veces, vete otra vez a copiar...así me vengo un poco.
Temo que la Dirección me considere carca, a la dirección le gusta mucho éste método de enseñanza que ellos llaman comprensiva y que consiste en comprender al adolescente-que es" de suyo" inocente- y machacar al profesor que "de suyo" es culpable.
Para convencernos de que lo mejor es aprobarles, nos van a dar seiscientos euros anuales ;se llama éste soborno"ley de calidad de la Enseñanza". No se por qué.