lunes, 8 de noviembre de 2010

Benedicto e Isabél





Ha estado Benedicto XVI con todo el boato y la pompa requeridas. Comprendo que para algunos la estética pueda ser trasnochada; a mi resulta solemne, grandiosa, espectacular. La mejor puesta en escena que se pueda imaginar: música de Mozart, escenarios soberbios,actitudes,los silencios medidos y administrados con sabiduría, movimientos, vestuario...La mejor producción de Aida se queda en nada.
Mi único reproche es para el papamóvil que además de asemejarse a la de un coche de los clik, le hace parecer un muñeco rodante en medio de las multitudes,rojo por sus ropajes y con una manita en lo alto. Concesión a los tiempos y a las multitudes que esperan en medio del frío o la lluvia, entregados a su fe, ese momento único.
La gran Iglesia se muestra preconciliar y no renuncia a su egregia tradición, para los curas de a pié se quedan los trajes raídos y oscuros, las cancioncillas guitarreadas de sonido facilón y las construcciones "sencillas" con una cruz desnuda.
Confieso mi pecado de precociliaridad aunque también podría ser de monárquismo británico.
Ellos se entienden como cabezas visibles de dos Iglesias en majestad.

1 comentario:

Victor Ruz dijo...

Poco que añadir, salvo el hecho de que nada de lo que mi familia me enseñó sobre modales parece adaptarse a los nuevos tiempos...
No siento que los valores tengan valor, y sin darme cuenta lo he ido aceptando y me he dejado degenerar.